Si me hubiera quedado allí sería una persona lúgubre, aminorada, sin autoestima, una persona triste que llora en los rincones, que no puede ni cantar. Pero en medio de la adversidad y su poca fé en mi, fui capaz de enfrentar lo peor de mí, mis miedos y mis fantasmas. Descubrí que soy una persona maravillosa, que puedo vivir cada segundo con actitud positiva, pasión y alegría, que soy capaz de lograr todo lo que me propongo y lo que nunca habría imaginado, me puedo reinventar todos los días y conseguir esa paz interior que anhelaba. Supe que me debía superar a mi misma y sacarle la lengua a la muerte aunque no le tema. Replantear la vida y sus prioridades. Valorar cada dia la familia y la amistad. Admirar cada día los colores y el amanecer. Y saborear sin remordimiento un cono a las diez de la mañana.
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