Me di cuenta que su presencia en vez de iluminar mi vida parecía una sombra oscura como de caricatura de esas que te persiguen a todos lados. Vivia con el corazón apretado, lleno de penas y la sensación constante de estar al borde del abismo. Después de intentarlo todo, había llegado el momento del cambio y zarpar en ese viaje desconocido hacia un nuevo amanecer. En esta aventura encontré la soledad como una forma de vida que se aprende a disfrutar. Pensé que mis noches serían desoladas y frías, pero descubrí que bien se siente y se duerme como una estrella en mitad de la cama. Confieso que aquella noche en que me sacudió la muerte me hubiera gustado tener ese abrazo cálido que me hacia olvidar todo. Ha sido una travesía que me hace sentir vivo en medio de enseñanzas, cambios, paz y tranquilidad.
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