Fue una noche terrible, a él se le bajo la presión, las enfermeras y médicos de urgencias subieron de inmediato. Convulsionaba. Con mucho esfuerzo lograron controlarlo. Es difícil explicar lo que sentí. Era algo aterrador pensar que no salíamos de una y entrábamos en otra. Lo que si recuerdo muy bien es que yo le pedía a Dios su ayuda. Y para colmos, al otro día, se le sumaba la vergüenza de ver a su familia ordenarle al neurólogo cual debería ser su proceder y prescripción con él. Afortunadamente su amigo intervino calmando la familia y horrorizado dijo: Hasta donde quieren llegar para tener el control!
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