Remé por lagos de leche
con mi barca de buey y cecina.
Islas de queso y cuajada
y puentes de mantequilla.
Vi una casa hecha de trigo,
junto a un río de natillas.
De panceta eran sus camas
y de salchichas sus vigas.
Y cien tiras de tocino
la empalizada tenía
y un buen lago de cerveza
con espuma en sus orillas.
De manzana era un caballo
que por el campo corría;
un campo de pan de avena
¡qué pronto me lo comía!
Y su dueño era de vaca
muy fresca y muy bien cocida
con sus ropas de salmón,
jugosas y sin espinas.
Cerca del monte de nata
me dio una cuerda muy fina.
De tuétano era la cuerda
que ahora os ata a esa silla.
Y estas brochetas que veis
de aquel lugar son traídas,
pero no las probaréis,
que son demasiado ricas.
Son de la tierra que llaman
la Tierra de la Comida.
Tomado del libro La huella blanca, Ana B. Nieto
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